sábado, 6 de diciembre de 2008

Primer cumpleaños de vejez, soledad, juguetes extraños, letras maniáticas y depresión

Hoy cumplió su primer año mi sobrino José Alexander.
Así que como buenas tías, asistimos a su amena fiesta de infantil. Y lo de amena no lo digo por ironía, sino porque en verdad fue muy amena.

Fuimos las primeras invitadas en llegar. Gracias a ello, tuvimos la oportunidad de sacar dulces de las bolsas antes de que se las vaciaran a las piñatas de Barney (Kill him); y Hello Kitty.
Mientras llenábamos nuestras carteras de dulces, el agasajado estaba jungando en su corral.
Luego, poco a poco las casa se fue concurriendo y los invitados que sí tendrían oportunidad de golperar a Barney empezaron a llegar.

No podían faltar los típicos juegos: El juego de las sillas y del sombrero. Claro está, no pudimos participar de ninguno de esos juegos, ni en la quiebra de las piñatas. La más desilusionada fue Neno porque ella quería revivir sus años de niñez y lanzárse a recoger dulces. Pueden ver la desilusión en su rostro.

Luego de que los niños despedazaran a Barney (Yeah!), comimos sorbete de chocolate con trozos de galleta (Yomi!) y comenzamos a metidiar entre los juguetes del sobrino.

Esta fue la parte más interesante de la tarde:

1. Descubrimos un pollo de jueguete con doble personalidad. Cuando lo mirabas de una lado tenía una mirada inocente, mientras que del otro lado parecía un pollo maniático.

Observen:







A su lado izquierdo pueden apreciar la mirada inocente. A su lado derecho, la mirada sádica y su peinado estilo punk, claro ejemplo de rebeldía.
(Y luego se preguntan por qué algunas personas se hacen bipolares)

2. Luego, encontramos un juguete bastante interesante. (Esa foto sí irán en grande).

Al parecer era un chinchín, pero sumamente extraño. No comentaré más al respecto, pero debo decir que el ver ese "juguete" sucitó entre las invitadas que no participabamos del desmembramiento violento de Hello Kitty, hablar sobre el tema de la planificación familiar.

Luego de agotado el tema de la planificación familiar, de los diferentes métodos anticonceptivos, de las salvadas milagrosas y de contabilizar a las compañeras caídas en batalla que ya son madres, alguien repartió horchata.
Eso era indicio claro que el corte del pastel estaba por venir. Poco después, al pastel que se observa al fondo de la misma del chinchín pervertido, se le dio en la nuca.

Todas esperabamos ansiosas nuestro pedazo de pastel. Sin embargo, como era recubierto de dulce, a mí no mucho se me apetecía, pero sabía que el relleno era de leche condensada y eso sí me daba una gran ilusión.
Cuando por fin llegó el momento de que nos tocara recibir pastel, la chera que lo andaba dando me dijo toda contentita: "Ay, mire. Le tocó casi de último pero viene con premio".
El pedazo de pastel llevaba incrustada una de las letras de la frase "Happy Birthday" que minutos antes adornaba el pastel.

Sorpresa, adivinen que letra llevaba mi pedazo:

Fui motivo de risa colectiva. Incluso Elizabeth me ofreció darme la "P", por si también quería tener la letra del sobrenombre. Eso hubiera sido el colmo.
Ni modo era parte del pastel, me la tuve que comer. Mientras lo hacía, se me cayó. Neno me dijo que la lavara y que me la terminara. Yo le dije que era indicio del destino. No me creyó e igual me obligó a comerla. Al final, me dio dolor de estómago. Claro está ese nombre ya no va conmigo ni con mi sistema digestivo.

Al final, repartieron las típicas bolsitas de piñata, pero sólo a los niños/as. A nosotros nos quedó el consuelo de ayudar a la mami a abrir los regalos.

Ya cuando todos los infantes se habían ido, nos pusimos a desvariar sobre lo corta que es la vida, la suerte que tienen las que no se bañan, sobre la inmortalidad del cangrejo, de las quitanovios y de cómo Neno y yo, es más que casi seguro, que nos quedemos solteras de por vida.

Ante eso, llegamos a una conclusión:

1. Si ella muere primero, yo soy la encargada de administrar todo para su funeral. El refrigerio de la vela será horchata y pupusas.

2. De igual manera si yo muero primero, ella debe encargarse de todo. El refrigerio de mi vela será shuco y pupusas.

En ambos casos, el mayor cuidado estará en verificar que todas las personas que detallemos en las listas de invitados a nuestros funerales asistan. (Si es que aún están vivos).

3. Si en un tercer caso, por cosas del destino ambas morimos sin tener oportunidad de nada, todo esto irá estipulado en un testamento que le dejaremos a nuestro sobrino. Él será el encargado de efectuar nuestras últimas voluntades.

Luego de esto, Neno y yo regresamos a nuestras respectivas casas a continuar con nuestras patéticas existencias. Ya tenemos 23 y 22 años, respectivamente, y el único perro que nos ladra es Benjamín, el perro de Neno.

3 comentarios:

Raúl Marín dijo...

Que chivo, ya quisiera una celebración para no sentirme tan EMO. Mira, ese pollo era EMO, va??? jajaja. Saludos mi querida Mariposa...

gros dijo...

una buena fiesta, a mi ya ni a esas me invitan.... hummm demasiado jóvenes para pensar en quedarse a vestir santos, bueno unas amigas decían lo contrario: nosotras nos quedaremos a ¡desvestir santos!, piensenlo que es una buena opción

Manuel Bolaños dijo...

Veo que el velorio que vos vas a organizar va a estar mejor, eso de shuco con pupusas como que... no.
Te sugiero que lo cambiés, serví chocolate o algo así.

Espero no tener que asistir nunca a sus funerales. Pero ya me diste que pensar, sobre mi funeral. Te puedo delegar la responsabilidad de organizarlo? Tu primera tarea va a ser encontrar mi cadáver, porque no se donde voy a parar.