jueves, 3 de julio de 2008

Esto es vivir

Es momento de cerrar círculos.
De cierta forma entiendo como se sintió Raúl cuando David, su mejor amigo, se alejó de él. Sin duda alguna, a mí se me ha hecho un poco más fácil el asimilarlo. Suelo seguir muy al pie de la letra lo que pienso y lo que digo en cada una de mis acciones. Verónica ya no me habla no porque existan roces irreconciliables, sino más bien, por diferencias ideológicas/sentimentales/morales/mentales.

Además, perdí (momentáneamente) una argolla de plata con un gran valor sentimental.
Irónicamente, la encontré enmedio de un soco emocional extremo.
Acabo de escuchar una frase que dice: "El miedo nos hace valientes". Me parece extraordinaria y cierta.
Les explico en detalle:

  • Ayer Verónica me envió un mensaje de texto muy seco y grosero. En él me decía, de manera muy sutil, que prefería estar lejos de mí. Si bien no utilizó esa palabra, de una manera subliminal la dejó ver. Optó por renunciar a mi amistad antes que renunciar a las migajas de amor que le da un tipo que la ha engañado cinco veces seguidas con distintas mujeres. De las cinco veces, todas las ha negado a pesar de que lo ha visto de cerca infraganti, con las manos en lugares sumamente sexuales y la boca muy entretenida con una lengua que no es la propia. Sin olvidar que, el tipo ya tiene una hija de tres años, tiene una vida perdida de vicios, vive cómodamente solo y subsiste del milagro de las remesas familiares. A eso sumemos el maltrato psicológico y verbal del cual es objeto. "Nunca la ha golpeado" pero no sé si el hecho de tirarle las llaves y los envases de cerveza en la cara no cuentan para ella. Pero no todo es malo. El tipo ya se graduó de profesor de inglés. No apeló a plaza con el gobierno ni con ninguna otra entidad porque "no le dio la gana". Ahora el tipo tiene un cartón que adorna innecesariamente la sala de su casa.

Llevo dos años diciéndole que lo deje. Los mismos dos años en los que he visto cómo se hunde cada vez más en esa relación malsana. Él la convenció que no soy quién para opinar sobre su relación, ni lo que es correcto o no. Cierto. No fui santa, no lo soy, tal vez no lo sea, pero espero y trato en la medida de lo posible no errar más el camino.

Tengo un pasado sentimentalmente oscuro y catastrófico que hasta a mí me da miedo. Pero jamás me adormecí tanto como para dejar que me tiraran un envase medio lleno de cerveza justo a la cara, y luego tener que mentir en mi casa para quedarme a limpiar los típicos despojos de bolos.

  • Yo no limpié despojos de bolos, ni nadie me los limpió porque no los hice jamás. Fui una bola social con gran aguante y elegancia. Cerré ese círculo vicioso de mi vida y con él un noviazgo de casi tres años. Sin embargo, este último insiste en abrirse y socavar una herida que ya no sangra; no por falta de ganas sino por falta de sangre. Entre más vueltas le doy, menos encuentro el motivo; el detonador. Quizás ahí está pero no me he dado cuenta de lo que es. A lo mejor es algo tan simple que se me escapa. Era tan esencial que fue invisible a los ojos. Es inevitable no parafrasear a Saint-Exuperi. Sólo puedo concluir que una fisura marca el hueso de por vida. Sin importar la dimensión de la caída, si es en el mismo lugar de la fisura, sin duda ahora si habrá fractura.

Errores hubieron muchos. Quién aportó más, no se sabe. Quisiera saberlo. Sería útil no porque aún se pueda hacer algo, sino por lo que se puede evitar en un futuro.

Apelando al egocentrismo, lo que debo cambiar es poco. Debo aprender a no querer tanto, a no cuidar de nadie, no debo preocuparme por los demás, no debo ser dulce, no debo ser fiel, no tengo por qué invertir dos horas de mi tiempo esperando a que alguien haga un examen complementario, (en todo caso serían seis horas, si tomamos en cuenta que tres años seguidos hizo exámenes complementarios); en resumen debo ser todo lo contrario a lo que soy. ¿Cómo? Es de averiguarlo.

  • Ayer perdí una argolla de plata. Era una de las argollas que me había regalado mi tía antes de morir. Por consiguiente, tiene un valor más que económico. La busqué inútilmente en los lugares más inusuales. Ahora por la tarde la encontré. Estaba debajo de mi cama. La ví sin querer mientras lloraba.
  • Lloré porque todo lo anterior me había estado dando vueltas en la cabeza y el soco fue insoportable.

En conlusión:

Tendré que empezar a cerrar círculos en mi vida. Vero ya no está y él tampoco. Mi argolla reapareció y el soco también. El miedo sólo es la llave que abre la puerta de la valentía.

2 comentarios:

Manuel Bolaños dijo...

Lamento mucho escuchar eso. El miedo nos da valentía; de ahí sacamos el arrojo para sobreponernos a las adversidades, se lo que es eso.

Raúl Marín dijo...

Pues el problema radica en que los circulos en la vida jamas se cierran. Solo se van abriendo, para que en el momento menos pensado se cierran, con un retorno. Recordas la paradoja del seno?? Recorres la mitad, te queda la mitad, recorres, la mitad te queda la otra mitad. Etc. T quiero mucho Mariposa... Saludos y deje que la vida siga como debe...