jueves, 29 de noviembre de 2007

Reflexiones de una mente renovada

Durante este año he comprobado cómo las acciones que uno/a realiza se regresan; y siempre, con una cuarta de más. Es la famosa Ley del Talión.

Es sumamente risible cómo a veces nos preguntamos por qué nos pasan las cosas. Renegamos el momento en que la miseria, la tristeza y el desamor nisiquiera tocan a nuestra puerta, sino que simplemente se abren paso con patada al pecho como Juan por su casa.

Me causa cierta gracia.
Mejor dicho, me parece fabuloso que recibamos nuestro merecido.
¿Por qué?
Porque quién nos obliga a comportarnos como grotescos y vulgares especímenes. Nadie nos paga por comportarnos como clones baratos de un ser humano.
Somos nosotros mismos quienes forjamos nuestra suerte y las cosas que nos pasan.

Creo que estas reflexiones son producto de pasar varios meses escuchando Panda sin cesar. Aunado a unas cuantas canciones de cantina barata que nunca faltan en las computadoras de los amigos. Quizás ahora me mofo de la mala suerte de los demás, porque ya lloré lo sufiente mi pena.

Pero por encima de eso, aún no logro concebir cómo, algunas personas todavía viéndose en la más vil desgracia, se atreven a mentir, injuriar y a suplicar por piedad.
¿Acaso son inmunes al dolor?
¿Sus corazones se han vuelto tan piedra que ni ellos mismos saben que sienten?
¿O simplemente, son tan miserables que jamás han sentido dolor alguno y sólo suplican porque hay que guardar apariencias?

Patéticos.

Sé que no es sano el odiar, ni desearle el mal a nadie.
Pero como dice mi Sueño de carne y hueso:
"No te deseo el bien, pero tampoco el mal,...como te vaya me da igual"
"Pero te juro que si estás en fuego, no te preocupes me haré cargo y gasolina buscaré".
"Un castigo has de merecer"
"Te juro que te arrepentirás, eso estaría mejor, pues mi imaginación podría desearte algo mucho peor".
"Ojalá y un día se te regrese"... Lo cual es seguro.

Pero para ser más específicos y cristianos, citaré una lectura sumamente grosa: Ezequiel, capítulo 18.

2 comentarios:

Raúl Marín dijo...

Bueno eso de cerrar con cita biblica, asomate por mi blog...

Ricardo Hernández Pereira dijo...

Lo de canciones de cantina barata lo decís por mí va...