viernes, 26 de junio de 2009

Conciencia VIH

Hoy se efectuó en a nivel nacional y de manera gratuita la prueba del VIH Sida.

Desde la mañana pude darme cuenta, a través del Twitter, cómo muchas personas y algunos medios de comunicación hacían énfasis sobre la importancia de realizarse esta prueba. En el transcurso del día, me agradó ver cómo entre las actualizaciones de La Prensa Gráfica figuraba un titular que hacía alusión a una masiva asistencia de personas, que decidieron vencer los temores sociales y personales con tal de chequear su salud.

Recuerdo que el año pasado acompañé a dos amigos míos, que son novios, a que se realizaran la prueba. Es más, yo también me la realicé porque una nunca sabe.

Momentos antes de decidir en qué lugar nos la haríamos, la novia de mi amigo expresó: "Ay, no. Mejor hagámonosla en un lugar alejado y remoto. Vámonos allá carretera a Metapán y en una de esas clínicas de Fosalud nos la hacemos, porque ahí nadie nos va a conocer"

Visto desde una óptica que pareciera lógica tenía toda la razón, pues ella aún se sentía presa de esa frase engorrosamente, social y casi obligatoria: "el qué dirán". Era de esperarlo. Ella lo menos que quería era que alguien que la conociera o conociera a sus padres, la viera realizándose una prueba que es "sólo para gente sexualmente activa".

Es como si una joven que ya no es virgen, pero cuyos padres aún la hacen y creen virgen, se arriesgara a ir a la clínica que queda a una cuadra de su casa a hacerse la citología. Es un acto mero suicida. ((Salvo a mi mejor amiga, a quien sí se le ocurrió hacer semejante cosa)). Esto bajo el principio de que "entre más cerca, menos evidente".

Fue precisamente ese acto, que aún no sé si determinarlo como heroicidad o idioticidad, el que me motivó a decirle a mi amiga lo siguiente:

"Mirá, pensemos así por un momento: ¿Qué tal si toda la gente que vos conoces también quieren hacerse la prueba del VIH, pero tampoco quieren que nadie los vea? No sería lógico pensar que ellos también van a querer irse a una clínica perdida y remota del país con tal de hacérsela sin que nadie los reconozca?... Si es así, ¿No sería coherente pensar que las clínicas u hospitales de la ciudad y red nacional estén sumamente desiertos?

Luego de pensarlo unos breves segundos me dio la razón y decidimos ir al hospital nacional a hacernos la prueba. Cual fue nuestra sorpresa al darnos cuenta que mis predicciones fueron ciertas. El lugar estaba vacío. Las enferemeras casi que se rascaban la panza de tanto no hacer nada y sólo faltaba que una bola de algodón pasara parodeando lo que en tiempos de los western hacían las bolas de heno.

De cierta forma había acertado. Si ya de por sí la gente le tiene pavor a "el qué dirán", este miedo se vuelve más perceptible cuando de pruebas VIH-Sida se trata.

Lastimosamente, aquí en el país, aún se tienen ciertos prejuicios con respecto a la prueba del VIH. O por lo menos si no para con la prueba, para con las personas que se la realizan o padecen la enfermedad. Incluso, más que prejuicios, estos ya entran en la categoría de conceptos erróneos de quiénes deben y quiénes no deben hacérsela.

Si bien es cierto que hay personas más propensas a la enfermedad y que, por ende, éstas están más obligadas a hacérsela; nadie se excluye o se ve inmune de padecer ese síndrome. Es aquí donde entra la varible de la desinformación.

A pesar que el Ministerio de Salud tiene como tarea principal ofrecer al público los insumos necesarios para la prevención y educación en cuanto a este tipo de enfermedad, el ente señalador-sociocultural resulta ser más poderoso. Esto se resume así: "Quién se hace la prueba es gay, prostituta o ha vivido una vida sexualmente desenfrenada". "Alguien decente no se hace la prueba". Todo ello aunado a los mitos y leyendas urbanas que surgen entorno a cómo es que se transmite la enfermedad empeoran la situación.

Días previos, los medios de comunicación intensificaron su campaña para incentivar a las personas a realizarse la prueba del VIH. Fueron campañas bastante ágiles y directas que se auxiliaron de elementos comunes para lanzar un mensaje directo: Hacerse la prueba es importante sin importar quién o cómo seas.

No obstante, ese tipo de campañas no sirven de mucho si dentro de los hogares el tema de la sexualidad aún es un tabú. Sin embargo, esto es peor cuando nisiquiera es un tabú si no que es un tema betado por completo. De nada o de poco sirve que un joven vea cuáles son las medidas de precaución en cuanto al contagio, si en su casa nadie le ha explicado cómo funciona su propio cuerpo. O por el contrario, si se lo han explicado de manera culturalmente errónea. Es así como caemos en el tema de la cultura machista. Una cultura que a pesar de los cambios radicales que se están dando a todo nivel, se sigue sujetando firmemente dentro de los países latinoamericanos.

Gracias a Dios, Latinoamérica no tiene los índices de África en cuanto a casos de VIH. Pero las cosas se pueden revertir de no cambiarse ciertos patrones culturales y ciertas formas de pensamiento en cuanto a la enfermedad y hacia quienes la portan.

En lo personal, me siento alegre que muchos hayan acudido a realizarse la prueba sin importarles "el qué dirán". Felicito a todos y todas las que lo hicieron.
Todos somos humanos. Todos hemos errado y seguiremos errando.
La prueba VIH más que ser algo que señala errores del pasado, es algo que ayuda a prevenir errores mayores en un futuro.

3 comentarios:

Ricardo Hernández Pereira dijo...

Me la hice, y te confieso que NO me la quería hacer. Me dolió un poco. No me gustan las jeringas. Pero, bueno, divertida historia.
Un abrazoooo!

Wendy Aparicio dijo...

Jajajaja...te entiendo.
Yo tampoco quería, pero ni modo.
Y sí, duele un poco.
Pero todo sea por el bien presente y futuro.
Saludos y un abrazo :D

Ricardo Hernández Pereira dijo...

Lo bueno es que aumentó la cantidad de personas que se la hicieron.
:)