domingo, 9 de noviembre de 2008

Amor secreto

Faltaban quince minutos para las seis de la tarde cuando salió de su trabajo.
Se detuvo en la esquina del parque y miró impaciente a su alrededor.
Hacía ya media hora que habían hablado por teléfono. Estaba en el lugar de siempre.
Sabía que él estaría molesto por su tardanza. Sin embargo, recurría a la técnica de la mirada dulce y los labios sensualmente entreabiertos para apaciguar su enojo.

Miró nuevamente su reloj, mientras pensaba en la excusa que diría. Temía que él se hubiera desesperado e ido. Es típico de él. No sabe esperar por nada. Hasta en lo más sublime es brusco y poco expresivo. La rudeza con que le acaricia cuando están solos siempre le hace entristecer. Sus besos le queman los labios y le insertan cristales en el alma.
Al levantar su cabeza, él estaba justo enfrente.

Se miraron.
Intentó aplicar la técnica siempre ensayada, premeditada y reciclada de sonreir; pero esta vez no funcionó.
-¿No sabés que tengo mi tiempo contado?- preguntó él notablemente molesto.
-Yo sé, pero es que mi jefe... balbuceó mientras se acercaba sigilosa y coquetamente hacia él.
La pausa llena de alevosía fue cortada de tajo por una sonora bofetada.
-¡Idiota!- murmuró el agresor entre dientes - Aún cuando me diviertes, no dejás de ser hacer estupideces.
Inmediatamente, hizo uso de su violencia, le tomó del brazo y lo introdujo al auto.
-Apúrate, no tengo tiempo. Mi esposa llegará dentro de media hora a casa.

Sin mucho preámbulo se pusieron en marcha hacia su destino.
A penas si podía contener la sangre que salía de su nariz.
No podía hacer nada.
Sabe perfectamente que no es amor, que sólo es placer. Que es el reflejo de una clandestinidad que ambos comparten por cuestión del destino, de una dirección equivocada y del resultado de las confesiones que surgen luego de varias copas.
Entiende que siempre será ese amante secreto.
Es uno de esos días en los que desearía ser mujer.

Luego de esperar brevemente en un semáforo, la vía derecha del auto se enciende.
El auto cruza y se pierde en la oscuridad de una calle sin nombre.

1 comentario:

Manuel Bolaños dijo...

Profundo, un buen giro. De verdad, te estan quedando bien estas perspectivas. Bueno, bueno.