La costumbre encadenó mis alas.
Secó mis ganas de vivir.
Anidó en mis manos y no piensa irse.
Le lanzo los añicos que quedan de mi piel con toda la alevosía del mundo.
El hoy le grita contínuamente adiós.
Sin embargo, no responde.
Me asfixia.
Me comprime.
Abrazos de muerte me despiden.
Corazón, descansa en paz.
viernes, 13 de julio de 2007
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