Te pensé y apareciste.
Enigmático y frío como la primera vez que te ví.
Eres paz que se pierde dentro de una búsqueda inútil.
Te ví y sonreí.
En breves segundos borré tu lejanía.
Sentí la pureza de aquel amor semisuicida.
La fuerza de tu mirada me llevó al silencio,
cuando los recuerdos golpearon mi corazón.
Tú.
Simplemente, tú.
Mi pensamiento vivo y oculto.
El dueño de mis sueños despiertos.
jueves, 29 de marzo de 2007
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