Dejé de ver.
Dejé de sentir.
Dejé de soñar y te ví.
Recorrí los antiguos rumbos de la desolación y el engaño.
¿Sabes qué encontré?
Tu figura sin nombre sobre el asfalto del olvido.
Satisfecha de ver tu miseria,
me senté sobre la acera y me eché a reir.
Luego de eso,
volví a ver.
Volví a sentir.
Volví a soñar.
lunes, 4 de agosto de 2008
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