lunes, 23 de julio de 2007

Carta

Hola:

El día de hoy tengo 1460 razones por las cuales escribirte ésta y una infinidad de cartas más.
Parecerá raro y hasta un poco tonto que, después de todo este tiempo, jamás te haya dicho cuanto te quiero.

Tal vez lo mejor hubiera sido una carta escrita a mano, pero ahora los tiempos han cambiado y debemos modernizarnos.
(Por primera vez me vale si lo lees o no.
Yo lo quiero poner aquí y punto.
Lo siento, no quise ser grosera.
Es un día especial para ambos y estoy nerviosa.)

Luego del sutil comentario anterior, paso a lo que me compete.

Niño:

Infantil, tierno y bastante suspicaz.
Un cisma inquietante y sublime que apareció vestido de brisa, estrellas y luz azul.
Eres todo aquello que promulgan los boleros de amor que en noches de lluvia escucho.
A tí, por tí y para tí están hechos los besos más bellos del universo.

Sí. Es cursi, yo lo sé.
Se supone que esto es una carta porque para escribirte poemas tengo todo el tiempo del infinito.
Pero sabés que nunca he sido buena escribiendo sobre superficies lisas, y menos podré hacerlo con tu imagen colapsando las pocas facultades normales que me quedan.
Sin mencionar que siempre se me ocurre hacer bromas en los momentos menos oportunos.
Y esta carta, puede que sea la excepción.

Debo admitir que hemos cambiado. Más no por eso crecido y madurado.
Sin embargo, algunas cosas jamás cambian ni cambiarán.
Tu rostro malicioso y juguetón; tu frágil cuerpecito, tus manos peculiares y la mirada perdida que tienes.

Me encantas. Ya te lo he dicho.
No con palabras exactas, ni con gestos llenos de lujuria y ansiedad.
Tú y yo sentimos eso y mucho más.
Lo sentimos en el alma.

Sé que algunas cosas nos duelen.
¿Te duelen más a ti que a mí? No lo sé.
Puede que haya sido necesario ese dolor para darnos cuenta cuánto nos necesitamos.
Aunque fue inevitable nuestra separación, yo aún espero nuestro reencuentro.

Te quiero.
Te amo.
Te necesito.

Muchas veces te culpé de mi suerte.
Más cada lágrima que derramé por tí, salió del corazón y no me arrepiento de ello.
Ahora las lágrimas son de alegría, paz y dicha de haberte encontrado en mi camino.

En este día. Vuelvo a nacer.
Revive aquella niña con ilusión y magia en la mirada.
Vuelvo a ser como era antes que el mundo me hiriera.

Hoy...
Lo sabes de sobra...
No tengo que decirtelo.

Es nuestro día.






Te quiero
W.A.

1 comentario:

Luis Hernández dijo...

Y eso como a qué se debe?

Bueno, Zetino tiene Marzos, tu tienes Julios.

Se busca: necesito mes urgentemente...

Saludos