A veces extraño esos suspiros.
Otras tantas deseo esos abrazos.
Es como si nunca te hubieras ido
y siguieras ahí, de pie frente a mi puerta.
¨Yo estaba contensímo...¨, cantaba alguien a lo lejos.
Sí, ese día ví la derrota volver sobre sus pasos.
Como una historia en contrapunto, me sentí salvada.
Una calle, un sol, un amigo y un adios de bienvenida.
Un beso en pausa.
Una tarde de magia y reencuentro.
Distancia que recorrería miles de veces
antes de que te rodearas nuevamente de lejanía.
Enfermedad que me habita,
me congela, me detiene y me da vida.
Antídoto que nace de la sorpresa
de encontrar dos ojos envueltos en miles de truenos.
Si pudiera volver sólo siete segundos,
y en ellos dejar mis frustraciones añejadas.
Seguirías ahí viendo pasar la vida,
sintiendo como poco a poco nuestras miradas se amaban...
viernes, 9 de marzo de 2007
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